lunes, 15 de junio de 2009

Experiencias gastronómicas (y turísticas) en el nordeste de Italia

Hace un par de semanas vinieron mis padres de visita y, como se conocen Suiza mejor que Guillermo Tell, nos fuimos a visitar el nordeste de Italia. Os dejo aquí con una breve crónica de lo que visitamos y una un poco más extensa de lo que comimos. Como ya os podéis imaginar, mucha pasta, pizza y helados, claro!






PS: Tengo miles de recetas para publicar, pero he estado liadísima últimamente (no sólo por este viaje...). Prometo ponerme manos a la obra y publicar algunas en breve!

Mis padres me esperaban ya cuando llegué a casa desde Francia el día 20 de mayo. Nuestra querida Manolita (úsease, nuestro GPS) nos llevó sin problemas a Davos, donde hicimos noche. He estado muchas veces en Davos esquiando pero nunca en primavera, y no os podéis ni imaginar el pueblo fantasma que era el sitio! Estaban todos de vacaciones esperando que llegase el buen tiempo (para hacer trekking, mountain bike...) y al final tuvimos que comer pan con chorizo porque no encontramos N-A-D-A abierto!

A la mañana siguiente, para nuestra sorpresa, Manolita nos hizo coger un tren-ferry para cruzar la montaña. Toda una experiencia: te montas en el tren con el coche, te quedas ahí sentado y en 20 minutos estás al otro lado del túnel (previo pago, claro, de una "módica" cantidad de francos suizos...!). Al otro lado... nieve! Y muchos muchos manzanos un poco después.


Ese día comimos en Merano, una bonita ciudad balneario del Sud-Tirol. No sabía yo que en esta parte de Italia se habla alemán!


Nuestro primero contacto con la pasta (los gnocchis, por cierto, enormes, especialidad típica de la zona)...


... y la pizza!

Después de que Manolita nos hiciera pasar un mal rato, conseguimos llegar a nuestro hotel en Bolzano, en el corazón de los Dolomitas. Tanto Merano como Bolzano son dos ciudades con un majestuoso casco antiguo, de calles adoquinadas y fachadas imponentes.


En esta zona es típico el bacon ahumado


Qué monada de panes... y de padres! :)

Al día siguiente, después de dar muuuuuuchas vueltas (no porque Manolita se equivocara, sino porque nos creímos más listos y no le hicimos caso) conseguimos llegar a Vicenza, para degustar su plato típico: el bacalao con polenta (un plato muy curioso porque el bacalao se sirve desmenuzado y la polenta se sirve en lonchas a la plancha!). Ahí empezó lo que fue la tendencia de todo el viaje: 35°C de temperatura cada día desde mediodía hasta las 5 de la tarde! Madre mía qué ola de calor pillamos...


Balacao a la Vicenciana (con polenta) y gnoquis con pesto y nueces

Dormimos en Padua, ciudad famosa por su catedral, donde miles de pelegrinos muestran su devoción a San Antonio de Padua (nosotros pelegrinamos porque nos quedaba de paso a Venecia y para visitar la cuidad, lo de los rezos no nos va mucho...). Esa noche cenamos en el hotel, más pasta!


La Catedral y una de las plazas del centro


Tallarines caseros con salsa de anchoas, tagliatelle al nero di sepia y queso Provolone a la plancha (un poco está bien, pero como segundo plato es definitivamente demasiado...)

Al día siguiente... Venecia! Al principio mi madre se quedó un poco desencantada, porque el centro de la ciudad está, seamos sinceros, un poco destartalá (fachadas desconchadas, callejones oscuros, canales no muy limpios...). Pero luego las zonas más turísticas (y cómo de turística es la cuidad!) no nos defraudaron, sobretodo los paseos en vaporetto (nos negamos al topicazo de la góndola, eso hubiese sido demasiado...). Comimos en la isla de Murano, famosa por sus creaciones en cristal (aunque nos dijo un tendero local más tarde en Venecia que el 80% del cristal vendido en Murano viene de China...).


San Marcos y el Gran Canal


Penne ai 4 formaggi, ravioli ai funghi porcino y los panes típicos de Venecia (una especie de pan de Viena con forma de caracola)

Al día siguiente pasamos la mañana en Verona, ciudad archiconocida por la famosa obra de Shakespeare Romeo y Julieta y menos conocida por el espectacular amfiteatro, sus calles adoquinadas y sus varios palacetes (el más famoso en el que la leyenda dice que vivió Julieta). Luego, pasando por el Lago di Garda, llegamos a Bérgamo, donde pasamos la última noche.


Anfiteatro de Verona y catedral de Bérgamo

Esa noche, para cenar, acabamos de completar la paleta de platos italianos:


Tortellini al tartuffo y risotto con cangrejo...


... y de postre Panna cotta con frutos rojos y Tiramisù

El día siguiente se me acababan las vacaciones, así que de vuelta a Zürich por el túnel del Gottardo. Pero mis padres tardaron todavía un poco en irse, porque había que seguir con la ya casi tradición de ver la final de la Champions en la Penya Barça de Zürich. Se montó tal fiestón al final del partido que hasta vino la policía (aquí en Suiza a partir de las 10 no se puede hacer ruido!!!!). Aunque con un poco de retraso: felicitats, tricampions!



5 comentarios:

Ivana dijo...

Que bonita Verona!!! Me encanta italia, que envidia de este viaje!!
besitos y a disfrutar

Angels dijo...

Te ha quedado un reportaje estupendo. Sigues teniendo la facilidad de siempre para redactar (aixó no és del papa). Eres estupenda!

SULEMA dijo...

Hola Irene, tu madre me ha mandado el reportaje de vuestro viaje, la verdad me ha gustado mucho , es muy interesante y muy bien escrito.
Que sepas que sigo tu Blogger de receta.... ya he probado alguna
Sulema

La cuina vermella dijo...

Hola viatgera!!!! La propera vegada que facis un viatge com aquest avisa, que els vermells s'apunten amb vosaltres. M'encanta el post bonica!!!!
Molts petons i visca les cròniques de viatges!!!

La cuina vermella dijo...

ah! i visca el Barça i visca Catalunya!!